La exclusividad y creatividad en los eventos corporativos son cada vez más demandadas

Si tu función en la empresa es la gestión de eventos corporativos habrás visto en más de una ocasión la sigla MICE, proveniente de la contracción de Meetings, Incentives, Conferences and Exhibitions. Pero, más allá de los cuatro términos, a qué nos referimos cuando hablamos de MICE?

Seguramente, te vengan  a la cabeza el turismo de negocios, los eventos, las convenciones, … Y, en síntesis —y de manera muy, muy resumida— estaríamos hablando de este tipo de actividades, pero no sólo de éstas.

Muchas compañías —y también muchos directivos y líderes—, han llegado a la conclusión de que los eventos y los incentivos son una potente herramienta tanto para la promoción exterior como para la motivación, la cohesión y el engagement o compromiso de sus equipos.

En una sociedad dónde viajar se ha democratizado gracias a la irrupción de las compañías lowcost y también a las posibilidades que brindan las nuevas formas de alojamiento (home sharing, portales como AirBnB, etc.), la oferta de un viaje o una estancia ha perdido parte de su poder incentivador en sí mismo. Por este motivo, la organización de un evento (una conferencia, una presentación, etc.) se convierte en una labor donde, pese a mantener su importancia, la elección del lugar y la fecha pasan a ser una parte ínfima de las tareas organizativas.

Cada vez más, los que nos dedicamos a este apasionante mundo, recibimos demandas donde la originalidad, la exclusividad y la sorpresa pasan a ser requisitos que igualan —o en ocasiones superan— en peso específico la elección del destino o el lugar de alojamiento. Es ante estas demandas cuando contar con un aliado experto en MICE se convierte en un factor crítico.

Pero, antes de continuar,

¿a qué nos referimos cuando hablamos de turismo de negocios?

Podemos definir el turismo de negocios como el conjunto de servicios turísticos en los que el motivo de viaje está vinculado a la realización de actividades laborales o profesionales, principalmente a través de reuniones de negocios con diferentes propósitos y magnitudes. La mayor dificultad reside en determinar una oferta competitiva y dar satisfacción al viajero que busca reposo y una atención eficaz. Diferenciamos dos tipos:

  • El turismo de negocios individual donde el cliente se desplaza y visita un destino específico en función de sus actividades laborales o profesionales. Además, utiliza servicios turísticos relacionados con el motivo de su viaje (generalmente su trabajo o negocio). En el sector, se conoce a estos clientes como viajeros de negocios.
  • El turismo de negocios grupal que engloba diferentes variantes; tales como congresos, convenciones, ferias y exposiciones. Dentro de esta categoría cabe destacar por su peso específico y relevancia:
    • El turismo de eventos, que moviliza esencialmente a líderes de opinión del sector al que hace referencia el evento.
    • El turismo de convenciones, que suele reunir a distintos profesionales de una misma compañía con el objeto de dar a conocer a sus empleados un nuevo producto, tratar la planificación estratégica de una campaña, etc.

Finalmente, reservamos un papel destacado al turismo de incentivos, demandado por  un número cada vez mayor y más heterogéneo de empresas.

Nadie duda hoy en día de la estrecha relación que existe entre clima laboral y productividad. Las grandes —y no tan grandes— empresas dedican cada vez más recursos técnicos, humanos y económicos a medir y tratar de mejorar su clima laboral.

Entre las herramientas al alcance de dichas compañías destaca, por sus beneficiosas repercusiones en ámbitos como el rendimiento, el  sentimiento de pertenencia, la cohesión o el liderazgo, el turismo de incentivos.

Si bien los incentivos pueden formar parte de cualquier “paquete” vinculado a viajes de negocios, en el turismo de incentivos, el propio incentivo pasa a ser el protagonista, se convierte en el eje central a partir del que pivotará toda la organización. Nos referimos a esos viajes con que la compañía obsequia a un trabajador —o a un equipo de éstos— como reconocimiento a un logro alcanzado o bien para mejorar su rendimiento.

Ahora que ya hemos paseado por los diferentes tipos de turismo a qué nos referimos cuando hablamos de MICE, quizás deberíamos preguntarnos…

¿Por qué es crítica la elección de nuestro experto en MICE? Pero esto lo dejamos para un próximo post.
En próximas entradas seguiremos ofreciéndote más detalles del ‘polifacético’ mundo del MICE. Si deseas que te ampliemos alguna información, quieres proponernos algún tema para futuros posts, o bien, quieres contarnos tu experiencia, te invitamos a dejarnos un comentario.